A menudo veo el «la IA debería haber sido creada para trabajo manual, no creativo». Este paradigma ya lo tratamos hace tiempo con el «las personas valorarán más al que toca el piano con los pies, pese a que la melodía sea exactamente la misma¹ [aunque no literalmente]». En cuanto al tema de la IA, el trabajo creativo siempre va mucho más allá del propio trabajo. Entonces hoy hablaré de por qué la IA tiene que soltar la pluma, según el credo popular... o, hilando más fino, de por qué creen que debe hacerlo, porque nadie se pronuncia de forma clara y firme al respecto.
Las personas no solo quieren una canción que suene bien... en realidad, tampoco quieren nada original, ya está todo inventado, y lo que a la gente le gusta no suele ser precisamente lo novísimo —ni en música, ni en pintura, ni en moda—. Todo es fácil de hacer, sin embargo, la figura del artista va mucho más allá de su obra. Uno podría pensar que la obra hecha por IA tiene cierto encanto también, pues es producto, dentro de un algoritmo, del azar divino: exactamente igual que cuando es «proeza» humana.
La diferencia es obvia: la IA es una probabilidad y la persona es eso y, además, un objeto sexual. No, perdón, no quería decir eso, ¡porque hasta los vibradores tienen IA también! Me refería a que es un objeto sexual con capacidad reproductiva. No, tampoco quería decir eso... quiero decir que es un líder, un referente... algo alcanzable, la proyección de algo que se puede ser, tener y aprovechar. Igual que cualquier otra persona, tiene algo que envidiarle y algo que echarle en cara. A la IA no se la puede envidiar ni «celebrar».
En ese sentido, una creación de IA carece de erotismo, debido a que es esa riqueza explotable biológicamente lo que vuelve magnético al artista humano.
Yo siempre he pensado que eso tiene algo que ver siempre con el sexo, con saber que la persona que canta tiene genitales, pero qué sabré yo. ¿Cuál es la diferencia entre «adorar» a Hatsune Miku y adorar a BTS? Por supuesto, ambos tienen groupies, pero mientras unos son degenerados los otros son solo «gente que lo vive demasiado». Pero, nótese esto: ¿hay alguien que «envidie» a Hatsune Miku [sin pasar por su proyección humana primero²]? Notáis que esa pasión es mucho más difícil de imaginar, ¿cierto? Eso es porque por mucho que uno quiera, Hatsune Miku es un personaje ficticio, producido. Igual que la IA. Por mucho que luego «cante», lo cierto es que es un títere, un producto. Uno no puede envidiar el producto, envidia al productor sexualmente reproducible [humano] más directo, si acaso. Quizá esta sea una forma peculiar de ponerlo en palabras, pero no la veo descabellada.
Al productor humano se lo envidia y se lo desea, al otro solo se lo consume. No puedes envidiar una chaqueta, pero puedes envidiar a quién la hace y a quienes la llevan.
¿Cómo es posible? Hemos pasado de la belleza del arte a considerar que es probable que el gozo por el arte se deba a que existen «genes artistas» codiciados que deben ser envidiados, destruidos, reproducidos, ansiados... y esa es esa faceta «mística e inexplicable» que hace que lo producido por la IA no tenga encanto ninguno [y lo que me hace a mí sentir que nada tiene encanto alguno], que en cuanto descubrimos la «patraña» —que no podemos tener qué ver con el productor, puesto que es solo un algoritmo, un bucle de Python, unas reglas sobre el papel...—, de golpe la misteriosa melodía antropomórfica se torna un insalubre ritmo predecible que muchos antes habían escuchado.
Y claro, uno puede pensar en esa canción que suena demasiado bien como para que la haya hecho una inteligencia artificial, pero recordemos que, si tan original es, tampoco lo hizo una inteligencia natural hasta pasados millones de años de evolución de una especie muy específica, y recién llevamos con la IA de la correa un par de años... que la IA pudiera obtener un ritmo ahora mismo considerable —relativamente— insólito, ¿lo hará más apetecible? Lo cierto es que no será apetecible hasta que un ser humano ponga sus manos en ello y lo aproveche. Y entonces aprovecharemos ese ingenio biológico. Pero no hay nada interesante en algo con lo que no puedes tener sexo, la lógica dice.
Alguien podría argumentar que estoy equivocado porque las personas sí son capaces de proyectar sus fantasías en Hatsune Miku y compran merchandising de ella, e incluso fantasean con tener una relación con ella. Ahora sucede la magia: Hatsune Miku tiene forma humana y puede ser deseada de esa manera por personas que estén profundamente decepcionadas con la realidad y necesiten hincar uñas y dientes en ese delirio sexual, pero la razón, el impulso por el cual proyectan esa fantasía confirman mi sensatez. Algo se les encogería si se encontrasen en el estudio donde producen su voz robótica, descubriendo que no se trata de una dama atrapada dentro del mundo virtual, algo así como una Aelita³, ¡sino simplemente un producto final destinado al consumo! De la misma manera, aquellos que sueñan con que hay una persona escribiendo en el chat de OpenAI, impulsado por genética y no por un procesador de NVIDIA, notarán algo cambiando en su interior en cuanto accedan a la sala de servidores, a la caldera...
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1: "En calidad de contenido, en variedad de léxico, en estructura... creo que sobreestimas las capacidades promedio del ser humano. Al final, son capacidades... y lo artístico es una percepción que tienes tú." y "os diré cual es la única diferencia entre una inteligencia artificial y un ser humano: la manera de nacer y la posibilidad de cópula. A ver, por supuesto, podrías, pero quiero decir que no daría lugar a un embrión. La reproducción sexual es lo único que nos diferencia de un robot, que es construido de manera proyectiva por una conciencia sí nacida de carne".
2: Menos habitual sería, envidiar a Hatsune Miku, pero sería desde la perspectiva de las cualidades si fueren otra cosa que una invención. Es decir, no se envidia Hatsune Miku de la misma manera que se podría envidiar a un ser humano, sino que primero se proyecta un ser humano con sus cualidades y luego se lo envidia a éste. De la misma manera, Hatsune es sexualmente deseable porque hay una sensación de que sus cualidades vienen de algo genético. Todo lo que hace al animal viene de unos genes. Hatsune Miku, si fuere, pues tuviere esos genes. Pero como no es, no los tiene. Sin embargo, la fantasía se sustenta en el si fuere, no en el es.
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